jueves, 3 de enero de 2008

editorial ask!? comer&beber 5

Homenaje al error

Los popes de la publicidad no se cansan (debería escribir que no se agotan) de insistir en que cualquier palabra de connotaciones negativas debe eliminarse de los titulares y del manual del copy. Fiel a mis principios de cuestionar y poner en duda el “popeísmo”, y con la empanada mental _ no gallega _ que llevo con las cosas del comer, se me ocurre que el ERROR, con mayúsculas y desde el punto de vista genérico, merece ser homenajeado.

Por un lado está la vida, la de manual que llevamos todos en el bolsillo: crecer, amar, dudar, formar una familia, tener un amante, firmar la hipoteca, llenar el armario de prendas inútiles, decidir si nos comparmos perro o gato, divorciarnos, volver a casarnos de nuevo… Ya ahí es el ERROR el que nos obliga a avanzar, con lo que se convierte en objeto de motivación.

Sin un primer error, por ejemplo, no hay segunda pareja que, sin embargo, tampoco es garantía de éxito; sin una primera hipoteca, cuesta darse cuenta de que el banco nos trata mejor cuanto más le debemos y más claro tiene que tendrá donde embargar; sin un primer animal en casa nunca sabremos hasta qué punto condicionan los llamados ”mejores amigos del hombre” (el pienso, pelos por todos lados, peluquero canino, veterinario, bolsita de plástico siempre en el bolsillo…) Pero nos encanta el ERROR, porque difícilmente dejaremos de firmar una segunda hipoteca, comprar un segundo perro, topar con una segunda pareja o comprar prendas que de antemano intuímos inútiles.

¿Puede ser más positivo algo que aunque sabemos negativo nos empuja a avanzar constantemente? Si en algún campo el ERROR queda patente es en el de la gastronomía. Vean: el queso existe porque alguien olvidó al sol una vasija con leche; el champagne, porque al abad Dom Pierre Perignon se le rompieron unas botellas de vino que pasaron por una segunda fermentación; la coca-cola no sería lo que es si John Pemberton hubiera mezclado extracto de coca con agua del grifo, como tenía previsto, en vez de hacerlo con agua carbonatada. Geniales y sabrosos errores, ¿no creen? Aunque quizás el mayor de todos fue el descubrimiento de América, un error de cálculo en las coordenadas náuticas de Colón, el genovés. De no haberlo cometido, quizás tendríamos que sobrevivir sin Mc Donald´s y la cocina de autor tendría menos puntales sobre los que sostenerse.

Anna R. Alós
Directora de
ask!? comer&beber

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